Frente a colinas vestidas de verde frondoso,
la silueta de las montañas
y ríos sonoros,
una mirada perdida.
Esas olas vivas que cantan en el recuerdo más próximo,
tus ojos de océano castaño,
tu rostro de arena,
tus besos de sol ardiente.
Estoy en la locura.
La luz se ha ido.
El brillo ha desaparecido.
Esa piel de oro, allá queda.
El sueño somete a mis ojos de nuevo.
En un mudo ajeno
que prefiere dormir eternamente.
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